miércoles, 18 de enero de 2012
Lapsus calami
Hondo, desde lo más hondo de mi mismo,
allí donde lo obscuro, lo sublime,
lo marchito y lo nasciente
hunden sus raices peregrinas
un huracán de ignotas energías se avecina,
como pequeños temblores o humaredas
que en las laderas del monte
la erupción del volcán advierten,
sube hasta mi pecho
una marea de confusos sentimientos.
Soy el que soy y el que he sido
y sin embargo
en mi propia dimensión me desconozco...
un caudal de angustia viene brotando
y se suma a la ansiedad de la tormenta...
Me descubro furioso y poderoso,
frente a mi mismo, asustado, incontenido...
En un instante, una eternidad,
desfilan ante mi familia, amigos, hijos,
padres abuelos, gobiernos, religiones,
camaradas, dolores y alegrías.
Toda mi vida, valles y montañas
recovecos de reposo y desiertos
desolados...
Ay!!! como duele este vacío existencial,
todo mi ser clama por ser
nada soy si Nada habita mi morada,
si no oigo esas pisadas
en los pasillos sin destino de mi ser.
Como un eco lejano de un reloj
mis latidos marcan el tiempo que se escurre,
un tiempo ocioso o una espera
en la que la sabiduria se adormece.
Ya no está en mi el niño mirando al cielo,
ni el adolescente que auscultaba el horizonte,
uno mira al otro y el otro al viejo
que mirando más allá de las paredes,
a tientas, medio a ciegas,
no mira nada... solo avanza...
entre escombros de vidas sin sentido...
viernes, 13 de enero de 2012
No son sonetos, ni alejandrinos
tampoco lucen con dulces trinos,
ni endecasílabos expectorantes
ni octosílabos acojonantes
La rima piden, piden la forma,
quizás requieran seguir la norma
tal vez sugieran estructurarse,
puede que a golpes encasillarse.
Que si no hay rima
no tiene estima,
que si no canta
tampoco encanta.
Habrán captado el contenido?
habrán palpado lo que es servido?
Tal vez lo absurdo tenga sentido
si encorsetado y bien vestido.
Libre es el verso, libre la prosa
no hay cadenas para la rosa
siglo tras siglo sigue amorosa
dando su aroma a quien la endiosa
Sutil metáfora de poesía,
perfuma la vida día tras día,
añora amores en las esquinas
rechaza a cerdos con sus espinas.
Lo mismo somos,
somos los mismos,
grietas en el abismo,
altares del estoicismo.
La flauta sin el aliento
es mero objeto decorativo
la forma sin lo que siento
es solo acto discursivo...
miércoles, 11 de enero de 2012
Gota de lluvia
Entre dos mundos y un mañana
que parte el tiempo con su línea
nuestros anhelos se reparten...
Frustración y éxito se incuban
por igual en la paciencia,
la mediocridad nace del arrebato.
El sendero que separa ambos abismos
es filoso cual navaja,
su recorrido hiere y deja huella,
trazado que transforma transmutando
peatón, ruta y viceversa.
Arcano de la vida,
escencia del sentido
de la flecha hacia la diana.
Gota de lluvia que duda
entre dar vida a una planta en el desierto
o fundirse nuevamente en el océano....
Frente al espejo
Las casas de nuestras infancias fueron palacios de fantasías y sueños, en los que cada recoveco se convertía en ámbito secreto para guardar nuestros tesoros. Parecían extenderse al infinito en sus pliegues inexpugnables de espacios misteriosos que los adultos ignoraban por haber perdido esa magia de ver más allá de lo evidente. La caja de cromos oculta detrás de los cajones del armario; el lápiz de colores entre pared y biblioteca, o el trozo de madera en lo alto del árbol del jardín, pasaban por ser objetos abandonados fortuitamente en lugares absurdos si caían en sus manos, pero representaban instrumentos de bucaneros, magos y aventureros que brotaban de nuestras mentes. Curiosidad que fue traspuesta en el impulso hacia la acción cuando salimos del hogar, cerrando atrás la puerta a nuestra infancia. Otros espacios, otras realidades, otras fronteras fueron desplegándose, nuevos tesoros, nuevas ilusiones y también nueva incomprensión de los mayores a nuestras actitudes. Luego con el tiempo, las dimensiones parecen congelarse, las fronteras reducirse, y precisamos gafas para entender lo que antaño sacudía nuestro asombro. Dejamos de explorar, no viendo más allá de nuestros ojos, estatuas devenimos aferrándonos a los usos y costumbres; poco a poco nos volvemos objetos opacos, sin brillo, deshechos molestos barridos a las trastiendas de los asilos que ya no son palacios y en los que la única fantasía y único anhelo es dormir sin despertar...
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